¿Qué es una SPV (Sociedad de Propósito Especial)?

SPV y cuándo usarla

Crear una empresa no siempre implica montar una gran estructura. En muchos casos, lo que se busca es un vehículo ágil para gestionar un proyecto concreto, aislar riesgos o facilitar la participación de varios inversores. En ese contexto aparece la figura de la SPV (Special Purpose Vehicle), conocida en España como Sociedad de Propósito Especial.

Una SPV es una entidad legal independiente creada para un fin específico: desarrollar un proyecto, gestionar una inversión o canalizar fondos sin comprometer el resto del patrimonio del grupo o de los socios. Es muy habitual en operaciones inmobiliarias, coinversión en startups, financiación colectiva o reestructuraciones empresariales.

Importante: en España no existe una forma jurídica exclusiva llamada “SPV”. En la práctica, una SPV suele adoptar la forma de una Sociedad Limitada (SL) o Sociedad Anónima (SA) con un objeto social acotado y su propia contabilidad. Cada proyecto o inversión se estructura dentro de esta sociedad, separada del resto. Y aunque aquí te explicamos los aspectos esenciales, cada caso necesita un análisis fiscal y legal personalizado.

SPV (Sociedad de Propósito Especial): definición

En términos sencillos, una SPV es una sociedad creada con un propósito concreto. Su objetivo es actuar como vehículo independiente para desarrollar una actividad o mantener determinados activos, sin mezclar sus obligaciones o riesgos con los de otras empresas o personas.

Objetivo de las Spv

Por ejemplo, un grupo de inversores puede constituir una SPV para participar en una sola startup; una promotora puede crear una SPV para construir y vender un edificio; o una empresa puede utilizar una SPV para gestionar un activo financiero concreto.
En todos los casos, la lógica es la misma: aislar el riesgo, simplificar la gestión y facilitar la inversión.

En España, este tipo de sociedades se registran igual que cualquier otra: mediante escritura pública ante notario, inscripción en el Registro Mercantil, obtención del NIF y alta censal en Hacienda mediante el modelo 036 o 037.
Desde ese momento, la SPV tiene obligaciones fiscales y contables propias: debe llevar sus libros, presentar sus impuestos y rendir cuentas como una entidad independiente.

Ventajas y limitaciones de una SPV en España

Las ventajas principales de una SPV se resumen en tres puntos:

  1. Separación de riesgos: si el proyecto falla, las pérdidas se limitan al capital de esa sociedad. El resto del patrimonio o empresas de los socios no se ve afectado.
  2. Transparencia y control: al estar el proyecto dentro de una sociedad específica, la contabilidad, las participaciones y los resultados se pueden seguir fácilmente.
  3. Facilita la inversión y financiación: los inversores o entidades financieras suelen preferir estructuras SPV porque simplifican la entrada y salida de capital y los acuerdos entre socios.

Sin embargo, también existen limitaciones y costes que conviene valorar antes de crear una:

  • Constitución y mantenimiento: una SPV implica notaría, registro, gestoría, contabilidad, impuestos y depósito anual de cuentas.

  • Gestión adicional: si un mismo grupo tiene varias SPVs, debe llevar la contabilidad separada y cumplir con todas las obligaciones de cada una.

  • No es una herramienta fiscal “milagrosa”: su valor está en la organización y en el aislamiento del riesgo, no en reducir impuestos.

Por eso, la clave está en analizar cuándo realmente tiene sentido crear una SPV. En proyectos pequeños o con poca inversión, quizá sea más eficiente operar directamente como persona física o a través de una única sociedad matriz.

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Cómo se constituye una SPV en España (pasos prácticos)

Aunque el término SPV suene sofisticado, su constitución en España sigue el mismo proceso que cualquier sociedad limitada o anónima, con la diferencia de que su objeto social está diseñado para un fin concreto.
El proceso puede resumirse en seis pasos esenciales, y aunque muchos emprendedores o inversores lo tramitan por su cuenta, contar con un gestor contable o fiscal puede ahorrar tiempo y errores.

Paso Acción principal Resultado
1 Elegir nombre y forma jurídica (SL o SA) Certificación negativa del Registro Mercantil
2 Redactar estatutos y definir el objeto social Documento base que fija el propósito de la SPV
3 Firmar escritura pública ante notario Constitución formal y obtención de NIF provisional
4 Inscripción en el Registro Mercantil La SPV adquiere personalidad jurídica propia
5 Alta censal en Hacienda (modelo 036 o 037) Registro fiscal y obligaciones tributarias activas
6 Apertura de cuenta y contabilidad separada Inicio de actividad contable y financiera independiente

Con estos pasos, una SPV queda legalmente constituida y lista para operar.

El proceso suele completarse en entre 10 y 20 días hábiles, dependiendo del Registro Mercantil y la notaría.
Cada fase requiere cierta documentación y coordinación, por lo que contar con un gestor contable o fiscal especializado puede ahorrarte tiempo y posibles incidencias.

Recuerda: en nuestro despacho ayudamos a crear y gestionar SPVs en Valencia y en toda España, adaptando el proceso a la finalidad del proyecto y cumpliendo todos los requisitos fiscales y contables.

Obligaciones contables y fiscales de una SPV en España

Una SPV, aunque esté creada para un fin concreto, funciona ante Hacienda como cualquier otra sociedad.
Esto significa que debe llevar su contabilidad de forma independiente, presentar declaraciones fiscales periódicas y cumplir con las obligaciones formales propias de una empresa.

En España, una SPV tributa normalmente por el Impuesto sobre Sociedades (IS) y está sujeta al IVA, a menos que su actividad esté exenta.
Además, debe realizar retenciones e ingresos a cuenta cuando paga rentas sujetas a IRPF o Impuesto sobre Sociedades (por ejemplo, alquileres o servicios profesionales).

Para tener una visión clara de sus obligaciones, este es un resumen de los modelos fiscales más habituales:

Modelo Concepto Frecuencia
200 / 202 Impuesto sobre Sociedades (anual y pagos fraccionados) Anual / Trimestral
303 / 390 Declaraciones de IVA (trimestral y resumen anual) Trimestral / Anual
111 / 190 Retenciones de IRPF a trabajadores o profesionales Trimestral / Anual
115 / 180 Retenciones por alquileres de inmuebles Trimestral / Anual
347 Operaciones con terceros superiores a 3.005 € Anual (febrero)
349 Operaciones intracomunitarias (si aplica) Mensual / Trimestral

Además de estas declaraciones, la SPV debe llevar contabilidad ajustada al Plan General Contable, depositar las cuentas anuales en el Registro Mercantil y conservar toda la documentación justificativa (facturas, contratos, escrituras, etc.) durante al menos cinco años.

En la práctica, lo más habitual es delegar la gestión fiscal y contable en una asesoría especializada.

Casos de uso frecuentes de una SPV en España

Aunque una SPV pueda parecer una figura reservada a grandes fondos o empresas, la realidad es que cada vez más inversores y emprendedores en España utilizan este tipo de sociedades para organizar y proteger sus proyectos.
Su ventaja principal es que permite aislar riesgos y simplificar la gestión, especialmente cuando participan varias personas o entidades.

A continuación, te mostramos los escenarios más habituales en los que una SPV resulta práctica y eficiente:

SPV inmobiliaria

Cada promoción o proyecto inmobiliario se desarrolla a través de una SPV distinta: se crea una sociedad limitada cuyo único fin es adquirir, financiar, construir y vender un inmueble concreto.
Cuando finaliza el proyecto, la sociedad puede liquidarse o mantenerse si se reinvierte en otro activo.

Ventaja: los riesgos de obra, financiación y responsabilidades se limitan a esa sociedad. Los socios o promotores protegen así su patrimonio personal o el de su empresa principal.

SPV de coinversión en startups

En el ecosistema de inversión privada o venture capital, la SPV permite que varios inversores participen de forma conjunta en una única empresa sin alterar su capital directamente.
Cada inversor aporta su participación dentro del vehículo, y la SPV aparece como único socio en la startup.

Ventaja: simplifica la gestión, evita tener decenas de nombres en el registro de socios y facilita futuras rondas o salidas. Además, permite acordar internamente derechos y condiciones de inversión entre los partícipes del vehículo.

SPV para proyectos empresariales o financieros concretos

En otros casos, una SPV se crea para gestionar un activo financiero, una operación de deuda o una línea de financiación específica.
Por ejemplo, un grupo empresarial puede crear una SPV para canalizar un préstamo, gestionar una cartera o separar un proyecto con alto riesgo financiero.

Ventaja:

la SPV aísla esa operación del resto del grupo y mejora la transparencia contable y fiscal, ya que todos los movimientos se concentran en una sola sociedad.

SPV para colaboración entre empresas

Cuando varias compañías quieren colaborar en un proyecto común —por ejemplo, una obra pública, una tecnología o una promoción—, crean una SPV compartida.
Así, cada empresa participa con una parte del capital, pero la gestión y los resultados del proyecto se centralizan en ese vehículo.

Ventaja: facilita la administración, reparte riesgos y evita conflictos directos entre las sociedades matrices.

¿Cuándo conviene crear una SPV… y cuándo no?

La SPV es una herramienta útil, pero no siempre necesaria. Conviene crearla cuando existe un proyecto concreto con riesgo propio, o cuando participan varios inversores que quieren mantener sus operaciones bien organizadas y fiscalmente independientes.

Algunos ejemplos en los que sí suele tener sentido crear una SPV:

  • Cuando se desarrolla un proyecto con un ciclo cerrado (como una promoción inmobiliaria o una coinversión puntual).

  • Si se busca aislar riesgos frente a otras actividades o sociedades.

  • Cuando participan varios socios o inversores y se necesita una estructura clara para la toma de decisiones o el reparto de beneficios.

  • Si la operación requiere financiación externa, ya que los bancos y fondos suelen preferir vehículos separados para cada proyecto.

Por el contrario, puede que no compense crear una SPV si el proyecto es pequeño, recurrente o de bajo riesgo. Cada sociedad implica costes de mantenimiento, contabilidad, impuestos y trámites, por lo que a veces es más eficiente operar desde una empresa ya existente o como autónomo, especialmente si el volumen o la duración del proyecto no justifican una estructura nueva.

En resumen, la clave está en equilibrar coste, riesgo y duración del proyecto.
Una SPV ofrece protección y orden, pero también requiere gestión continua y cumplimiento fiscal estricto.

Preguntas frecuentes sobre las SPV en España

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SPV son las siglas de Special Purpose Vehicle, que en español se traduce como Sociedad de Propósito Especial.
Se trata de una empresa creada con un objetivo concreto, normalmente para gestionar una inversión o proyecto específico de forma independiente al resto del patrimonio o actividades de los socios.

No. En España, la SPV no es una figura legal distinta, sino una forma de estructurar un proyecto mediante una sociedad limitada (S.L.) o anónima (S.A.) con un objeto social acotado.
Lo que la convierte en SPV es su finalidad exclusiva y limitada en el tiempo, no su forma jurídica.

Depende del tipo de sociedad y los servicios profesionales que intervengan.
De media, constituir una S.L. para actuar como SPV puede costar entre 600 y 1.200 €, incluyendo notaría, registro, NIF, modelos censales y asesoría básica.
A eso hay que sumar los costes anuales de contabilidad, impuestos y mantenimiento, como en cualquier empresa.

Una SPV tributa principalmente por el Impuesto sobre Sociedades (IS), al tipo general del 25 %.
También debe presentar las declaraciones trimestrales de IVA (modelo 303) y los resúmenes anuales (modelo 390), así como retenciones si paga alquileres o servicios (modelos 111, 115, 190, 180).
Además, presenta modelo 200 o 202 por el IS y modelo 347 si realiza operaciones con terceros superiores a 3.005 €.

Sí, es uno de los usos más habituales.
En una inversión colectiva, varios socios crean una SPV que invierte como único accionista en la startup o en un proyecto inmobiliario.
Así, los inversores simplifican la gestión, evitan conflictos de participación y pueden cerrar la sociedad cuando termina el proyecto.

La SPV no tiene ventajas fiscales automáticas.
Su valor está en la separación patrimonial y la claridad contable, no en pagar menos impuestos.
No obstante, puede facilitar la planificación fiscal del grupo, el control del gasto y la aplicación de deducciones específicas si la actividad lo permite.

No hay un plazo máximo.
Una SPV puede mantenerse activa mientras el proyecto esté en curso.
Una vez finalizado, los socios pueden liquidarla y disolverla, o mantenerla si deciden reinvertir en otro activo o proyecto.

Sí, el proceso es similar al de cualquier otra sociedad.
Se elabora un balance final, se liquidan los activos y pasivos, y se reparten los resultados entre los socios.
Después se presenta la escritura de disolución en notaría y se inscribe en el Registro Mercantil.

Es altamente recomendable.
Una SPV requiere cumplir con todas las obligaciones fiscales, contables y registrales igual que cualquier empresa.
Un gestor especializado puede encargarse de su constitución, alta censal, presentación de modelos, contabilidad y liquidación, asegurando que todo se ajuste a la normativa vigente.

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